viernes, enero 01, 2010

Advertencia

La poesía golpea y rompe.
Legal o ilegal salta en las calles.
Entre las carreteras se busca
y se toca. Anda. Muerde.
Hace trabajo de zapa.
Sale a correr y besa.
Se multiplica. Se lanza y estalla.
La poesía es para los muchachos
y las muchachas que combaten
en cualquier parte.
Es para nuestros muertos
que todavía la pueblan.
Dichosos de luchar
por la única paz
que es conquistable.
La paz sin clases.

Arte

Arte para que transite en camiones
y venga y se afinque
en cualquier esquina.
Para organizarse en el laberinto que nos persigue
y defenderse en las plazas.
Para horadar sus cercos. Para enhebrar nuestras historias de punta
a punta.
Arte para atravesar los arenales los embalses
y seguir empezando donde sea.
Para bajar o subir
arribar a las fuentes revolver los poblados y reproducirnos siempre.
Arte para que distingamos sus trucos esquivemos sus embosques
afinemos los mensajes.
Para identificar al enemigo desde el visor de los barrios.
Para que la memoria trace las tácticas. Para que la rabia se transfigure
y para continuar creando.
Arte para ocupar nuestro lugar en este mundo
mucho antes de que el mundo
sea por fin nuestro lugar.
Para reunirnos en el largo vuelo de la masa y saber cuidar la chispa.
Para aprender a levantar poder contra el poder.
Para portar el viejo y bello rastro que no cesa.
Arte para la revolución.

Insaciables

Hurgando con sordidez
traman sus ávidas tretas.
Compaginando
montones de legajos
acreditando
la pulcra incautación
de estos rumbos
estas pampas
estos desolados obrajes
los atónitos bolsillos
los colores de la honra
las mujeres y sus hombres
la propiedad de los medios
de producción y la producción
de los medios para masacrarnos
por la gracia de dios.

Fuetes en nuestras muecas.
Garrotes en los murmullos.
Traiciones sobre las rabias.
Corporaciones
en las cimas de los dedos.
Pues en esta inmensa
y cruda esfera
siempre ha sobrado carne
para sus cañones relucientes.
Sus cañones insaciables.
Sus despiadados yelmos.
Sus cepos. Sus picanas.

Modo de producción

Devuélveme la hembra
que me esperó
hasta la náusea.
Y mi amor bajo el ácido.
Tráeme a los pescadores
perdidos
porque falta mi hermano.
Mi carcajada de mango.
Los poemas podridos
de hidrógeno y carbono.
Lo que olvidé a causa
de la propiedad
y la guerra.
Pero primero regrésame
a mis camaradas
asesino.
Devuélvenos
su siguiente lucha.

Bajo Imperio

Las palmeras vuelven a cerrarse
y los crónicos radares del poder
con otro albor aciago nos han sintonizado.
Se enciende el neón en los desiertos.
Se astillan de gangrena los acantilados.

Un grandilocuente escaparate
para enmudecer con el sudor del mar.
Para exhalar sus nefandos aneurismas
otra hilera de refugios antiaéreos.

En estas cumbres virulentas
hilarando pasean las carnadas
ataviadas en gélidas pretinas.
Con palaciego ajuar trastornador
y sus finos encajes transistores.

Secuaces acólitos de los réditos
y de feroces costumbres tributarias.
Solemnísimo el altar donde se eleva
la gran Seguridad intravenosa
para cada informática Nación.
Esterilizando coloquios. Edulcorando
sumarios. Plácemes y parabienes.
Negociando pormenorizadamente
sus esotéricos códigos de barras.

Mas yo cuidaba un charquito de arcilla.
Sólo algunos copos de sol desperdigados
en el añejo estanque. Y destilaba miel.
Sabía acariciar la automática ciudad
haciendo sonreír a sus anfibios.
Cuando los consorcios redictaminaron.
Otra vez sus escuadrones
tapizando el pavimento
con mis rodillas gastadas.
Mi repentina vejez de chompa y betún.
Mi fresca y luciente neumonía.
Esta pequeña yema roja
que expulso con mis nueve
y centenarios años.

Itinerario

Si la Historia ha terminado
señor Francis Fukuyama de la Rand Corporation
qué hacemos aplastados
en minas de diamantes de los blancos
en cloacas de New York
murmurando la lengua más culta
en el llano más triste del Caribe
sin que nadie escriba su verdad
en favelas crecemos por calibres
en la pradera los tóxicos
refríen la memoria del bisonte
el humo de las señales
cinco mil kilómetros al sur qué hacemos
quinientos meses en el monte
desesperando como siempre
arrasando almacenes
será que lamemos el desierto
que los nombres rebalsan en las fosas del Ande
y será que tus naves
señor Fukuyama del Departamento de Estado
no caben en el Pacífico
que las escuelas son el terror
de las murallas del Sahara
que si baja el telón de acero y su parodia
será tu historia la que termina
porque rampamos hacia Windhoek
las piedras no dejan de volar contra tus tanques
soldamos los colores prohibidos
se pudre tu estirpe en el Atlántico Norte
ocupamos la Tierra casa por casa
y nos destripan si maldecimos
si El Salvador está a las puertas de sus guanacos
entonces será
que la lucha de clases
que tu muerte menos lenta
que recuperamos el fuego
de las garras de tu dios
y danzamos a viento de sicuri.