miércoles, diciembre 30, 2009

Célula

Trabajo no había.
Ni algo como una
verdadera casa.
Tampoco mucha comida
ni mucho ánimo.
Por eso en la oscuridad
  un día
algunos jóvenes
discutimos
 qué hacer.

Muy temprano
nos encaminamos
a buscar esteras.
Para poder de regreso
 escalar con impaciencia
  y construirnos cuartos
en la soledad del arenal.

Más tarde cargamos
nuestros tristes bultos.
Unos cuantos entrañables
signos de existencia
más otras desoladas
y demasiadas preguntas.

Y luego nos agrupamos
  en aquella choza.
Donde poco a poco
 discutimos
cómo hacer
para derrotar
al enemigo de clase.