para Leoncio Bueno
Excelentísimos
Dignatarios
Honorables Prohombres
Ilustres Potentados
Beneméritos Prelados
Doctores de la Ley
Contralmirantes
Recontralmirantes
Celebérrimos todos:
Con cada nueva rotación terrestre
retornando de mi noble y rutinaria trifulca
con que mantengo esta inaudita subsistencia
mientras el día declina entre duras bocacalles
por donde asoma mi ordinaria pero dignísima familia
acostumbro apoltronarme momentáneamente
frente a las resabidas y electromagnéticas ondas
de la más delirante y funesta claraboya
emplazada alguna vez en recinto alguno de esta puerca vida
cuando de común observo por demás pontificar
la astronómica volatilidad de los mercados financieros
desde luego comprometidos con toda entereza en estrechar intensos
lazos de fraternidad balística que sin duda alguna erradicaren
para siempre la natural desventura de la espeluznante hambruna humana
y aquella no menos sobrecogedora experiencia del millardésimo genocidio
en estas cinco esquinas del globo más sus cuatro vientos y sus siete mares
mientras escucho la imagen de una engolada embaucadora audiovisual
sobándonos las caras destempladas con los cuellos derramados
las manos boquiabiertas cuando cada vez volvemos
a enterarnos que obviamente no hay por qué preocuparse
si tan sólo es materia de exiguos elementos antisociales
nada más que de ciertos individuos aislados urdiendo
el terror universal pues afortunadamente disfrutamos
del más alto y supremo de los arquetipos conocidos
en este Orden Civilizado por la Gracia de Dios
mientras poco a poco voy atinando a sacudirme
a revolverme para empuñar mi primitiva
verdad mi primigenia verdad en esta pálida
y colectiva salita de antigua pero segura
incertidumbre tan sólo una vez más
simple pero nuevamente me anochezco
rezongo y rebufo reniego reverdezco
y justamente ahora levanto fulminante
este cuchillo de mi mesa.